martes, 18 de mayo de 2010

"Chicas tranquilas y limpias con lindos vestidos"

Todas las que he conocido son putas, ex-putas,
locas. Veo hombres con mujeres
tranquilas, amables - los veo en los supermercados,
los veo caminando por la calle juntos,
los veo en sus departamentos: gente en
paz, viviendo juntos. sé que su paz
sólo es parcial, pero hay
paz, a menudo horas y días de paz.

todas las que he conocido son adictas a las píldoras,
alcohólicas, putas, ex-putas, locas.

cuando una se va
llega otra
peor que la anterior.

veo tantos hombres con chicas tranquilas y limpias
bien vestidas
chicas con caras que no son lobunas o
predatorias.

"no traigan más una puta por acá", les digo a
mis pocos amigos, "me voy a enamorar de ella".

"no podrías estar con una buena mujer, bukowski".

necesito una buena mujer. Necesito una buena mujer
más de lo que necesito esta máquina de escribir, más
de lo que necesito mi auto, más de lo que necesito
a Mozart. necesito tanto una buena mujer que
puedo saborearla en el aire, puedo sentirla
en la punta de mis dedos, puedo ver veredas construidas
para que sus pies caminen,
puedo ver almohadas para su cabeza,
puedo sentir mi risa que espera,
puedo verla acariciando un gato,
puedo verla durmiendo,
puedo ver sus pantuflas en el piso.

sé que existe (la encontré)
pero, donde está ella en esta tierra
mientras las putas continúan llegando?

(y llegaste y se fueron las putas
Te siento en la punta de mis dedos, de mi almohada
De mi verga mientras acaricias al gato
Puedo mirarte dormir mientras miras la tv
Miro las pantuflas fuera del baño
mirando tu dedo que me llama.)

martes, 4 de mayo de 2010

500 días sin Mónica

Y yo no pregunté por tus novios ni lo que éramos. Olvidamos las etiquetas y nunca nos peleamos aunque la primera vez sí viniste a  casa mientras llovía. Me explicabas esa mierda conceptual mientras me conmovía por tus ojos, huimos al cine y amábamos ser snob.  Te emocionan las películas raras tanto como a mí me emociona comprar muebles.
 
Tomaste mi mano por el centro, conocí las pinturas de tu casa y ordenamos mis películas en tus muebles. Elegiste la primera porno juntos y me enseñaste lo del mento y el suspiro en tu cuerpo. Tradujimos completa esa película francesa que nunca habías visto, nos gustaban los claro oscuros y esos acentos que entendías a la perfección.
 
Roncas y lo sabes. Yo no canto pero tú sí. Odio que te acorruques y no pueda besarte. Escribir tarjetas de felicitaciones es como el trabajo de ahora, hacer enunciados publicitarios. Y así, los grises en el cuaderno para nunca mirar un anillo en tu dedo.
 
Pero las películas, el rock y el amor no tienen la culpa. Mucho menos las palabras, dios. No pasa ni una semana y pareciera que son mil días, quinientos o mil quinientos días sin ti. Y no quiero fijarme bien en el pasado, esos flasback detenidos en las peores cosas que no existen. Que lloraras en la cama.
 
La pelota de tenis en mi cuarto con esas hojas y los rayones. No dibujos ni cartas, rayones y palabras sobre palabras. Yo no quiero ser comunicólogo ni buscaré trabajo de escritor, quiero seguir escribiendo tarjetas de felicitaciones. Quiero seguir amándote, quiero tomar tu mano en el centro, en la librería.
 
Quisiera tener una banca que te sorprenda y encontrarnos ahí cuando no nos hayamos visto en mucho tiempo. Tu alma es libre y puedes bailar con quien sea. Sólo no espero ir a la fiesta donde salga corriendo y me embriague en tetrapack. No quiero empezar desde el primer día cuando amo reírnos de la innombrable y del día en que nos conocimos. Cuando te desvelaste y me dijiste: “Mañana platicamos más de música va” y ese noche no pude dormir escuchando bien recio a Luo Reed, a los Zepellin y al Tom que tanto amas pensando en el Fulano que te hacía palpitar el corazón y era ocho años mayor que tú.
 
No hay 500 días sin ti cuando nos buscamos al mismo tiempo, cuando escribimos sobre el día, sobre mis sueños en tu casa, sobre los tuyos en mis brazos,  sobre el DF y la vida juntos. 500  días sin ti nunca cuando una semana me sabe horrenda.

miércoles, 21 de abril de 2010

Duermase y lease.

Lo que pasa es que yo siento que siempre estas conmigo.
En la fila del super, en la entrada al museo, en los arboles que se mecen con la lluvia, en las gotas de sudor que me escurren de la frente cuando estoy en el gym. No te digo que no te extraño, te digo que te siento aqui a mi lado.
Llego tan cansada en la noche que solo quiero entrar a mis sabanas tibias y acurrucarme en tu cabello (mas corto, mas lindo) y unir mis sueños a los tuyos.
Pasa una semana y una palabra es suficiente para borrar tu ausencia de 7 dias, tu risa, suavecita o nerviosa, contarnos toda una vida de 5 en 5.
Quisiera acordarme cuando fue la ultima vez que te vi, no recuerdo si fue en 114, en la libreria de viejo, en la estacion de autobuses cuando llevabas aquel extraño sombrero verde, o el dia que baile ballet en ese teatro de aquella ciudad que no recuerdo.
Mi memoria de llena de imagenes oniricas, no lo puedo evitar.
Fue asi como te soñaba sin conocerte y tarde 200 años mas en encontrarte, todo para que al final me encontraras tu a mi, me escribieras un recado, me compraras unas flores que jamas me entregaste.
Perdoname si no te digo todo esto viendote a los ojos, pero de solo imaginarlo, me late tanto tanto tanto el corazon, ya me veo, aprisionando tu cuello y comiendote a besos..
Mejor te lo escribo y lo lees vale?

Varadero, Cuba.

martes, 20 de abril de 2010

¿Sabes cómo sé que te amo?


Porque dejo a un lado todo lo que te escribo, las palabras que se juntan esperando la cercanía de tu cuerpo, de tus labios. El esperar en la cama hasta mirar tu cuerpo atravesar la sala mientras dices que la playera te estorba, los zapatos, el pantalón y me dejas quitarte el sostén, las pantaletas rosas con negro.
Todo eso lo olvido porque a veces creo que ya no te gusta. A veces, pienso que he caído en la monotonía, en mis monosilábicos discursos. Pero un mensaje tuyo me hace regresar, donde me pides que te lleve como la brisa. Me olvido de todo, duermo tranquilo, nada duele, nada temo, todo se torna azul-rojo-brillante. Es el amor dicen todos.
Y creo que eso es. Hago estupideces, claro, estoy enamorado. Mira trato de explicarlo, de hacerte sentir eso y hago un recuento de los daños. El primer día comí croquetas de perro por cereal. Voy  a la tienda sin dinero, sonrío como idiota a toda hora. Suspiro si alguien se da un beso, cierro los ojos cuando una chica le mete la mano a su novio en el pantalón, cuando se fajan justo en el asiento adelante, cuando él la mira, toma el rostro así como yo lo tomé esas noches, y te mordía los labios, la lengua, todo el cuerpo parte por parte.
Me pongo nervioso cuando alguien descubre que miro una foto tuya, cuando tengo que cambiarle al Ipod porque escucho tus canciones preferidas. Cuando subo algún texto que habla de ti, cuando alguien nos lee y me pone nervioso que no sepan quién te ama. El problema es que no estaba tan acostumbrado, así como tú me dices de los besos en la calle. Todo cambió, me acostumbro al amor, a ti, a tus labios, a tus besos pero no a lo triste que me siento cuando no sé nada de ti.

domingo, 18 de abril de 2010

Venganza

Iba a describir otro momento pero recordé que no te gustan los niños. Odias que quiera hacerte el amor cuando amarías sólo con tenerme en los brazos. Comenzaría colocando, así, como dictan las películas, el lugar, la hora y cómo se desarrolla.

Todo comenzó el día después de las chelas, del agua Bonafont y tus amigos recomendando sitios para comer. Llegamos, no planeamos nada, sólo tirarnos en la cama mientras miraba gran parte de la noche tus labios, tus párpados y tu mano en mi pecho. No quería moverme para despertarte. Amé mirar tu ropa interior toda la noche, era como ese deseo malvado, como el sueño de que te levantaras y me dijeras así, como me lo has dicho algunas veces en los lugares más extraños. Recuerdas el día que comíamos con mis padres, me levanté por una coca-cola porque, como buenos padres, en mi casa nadie lo hace.

Recorriste el pasillo y me dijiste: ¡no traigo ropa interior!, casi vómito el néctar capitalista y no pude concentrarme en la charla. Mi madre tratando de convencerte de que me pidas terminar a más tardar este año la escuela. Los viajes pendientes, mi gusto por tu inteligencia, mi hermana suspirando por la forma en que dices que me amas y en la forma en que te quiero pedir que vivas todo conmigo: El Basquiat, los tres nativos y todos los libros, películas y revistas que un día acomodamos toda una noche.

Metro Buenavista, mucho calor, bajamos al Chopo y seguimos por las librerías viejas. Metro hasta la Cineteca, esperar el horario, tomar un café, revisar unos libros. Planear el día venidero, besarnos en las bancas. Arreglar la salida, los tacos en la esquina y la salida de la noche. Me explicabas lo de tu espalda mientras no dejaba de mirarte hablar, tomaste mi pierna y al besarte sentiste mi cuerpo, me arrodille ante el tuyo, miraba desde abajo tu sonrisa. Jugué la venganza. Hablabas y solté la sentencia: “Mónica, no traigo ropa interior” escuchaste de eme a ere. Y de inmediato comprobaste mi calentura, mi cuerpo ya estaba listo para ti. Ni esperamos mirar la película, debíamos comer, pasar al cajero, metro hasta el centro, baño, agua y una noche corta porque nos esperaban las calles empedradas y llenas de luces. Traté de levantarme pero la erección era visible, me diste tu mochila con una sonrisa tan sexual que no puedo olvidar, sin gente seguro algo pasa ahí. Aunque los baños quedaban cerca como buenos adultos continuamos la noche y llegamos al 114. Esa noche se incendiaría, esa noche estuviste genial, esa noche me pediste…, esa noche me hace falta, ésta me haces falta.

lunes, 12 de abril de 2010

Calamaro

-¿Me quieres?

-Uyyy, un chingo.

-¿Y tú?

-¿Y más que a Andrés?

-¡Uyyy¡, ¿cómo te lo explico?

jueves, 8 de abril de 2010

Cuando no estás II

No me gustan las estrellas ni la luz que llena la silla donde hicimos el amor. Odio cenar solo y no escuchar tu voz que me cuenta sobre su día. He aprendido a saborear el chocolate en mis labios y no en los tuyos, en tus piernas, de tus senos y tu ombligo.

No termino un maldito libro. Camino por las calles del centro esperando tu mano, escuchar que me preguntes sobre algo, que me digas por dónde caminar para llegar al 114. Mirar cómo te pruebas los sombreros y alejarnos de las peleas. Compartir un limón, un atardecer, miles de noches y días en la cama hasta muy tarde.

Extraño tu voz, tu risa que insulta algún tipejo que arruinó tu día, el don de los cincuenta y tantos años que te dice nena y pregunta si en verdad eres muy conflictiva. Construyo avioncitos de papel para viajar y no poder estrellarnos nunca. Tacho el calendario contando los días para tu cumpleaños, para los días en Ensenada y que nadie pueda interrumpirme al tener esos labios cerca que me enloquecen.

Sufro por no pasar la noche junto a ti. Que me hayas dicho que soy tu contraparte cósmica, que mi cuerpo llena al tuyo como ensamblaje de rompecabezas. Chuleas mi cuerpo, mi sexo, mi cabello y eso me hace excitar. Me hace imaginar tu sexo con el mío, caliente. Frotándose y húmedos. Sudamos, nos besamos y pedimos nunca dejarnos solos, lloramos por la distancia, nos hacemos fuertes y nadie se quiere venir, queremos darnos lo mejor. No aguantamos más y estallamos al unísono, me tiemblan las piernas, te da mucha sed y nos miramos ardientes, sabemos a sal.

Abrazo la almohada y delineo tu figura en mi cama. Mido la distancia de mi cuerpo al tuyo, de mi pierna sobre tu cadera, de mis rodillas a tus labios, de mi cintura a tus pechos. De mis labios a tu oreja y de mis sueños a tu alma. Así como contaste los besos y mordidas que tenías que darme para completar mi cuerpo entero yo medí el eco de mi voz que entraba por tu oído y llegaba hasta tu corazón.

Te escribo de nuevo. Me inspira tu deseo de vivir conmigo en la capital. De despertar contigo y desayunar mirando los diarios, las revistas de chismes, al pendejo de Televisa que nuevamente la ha cagado. Planear el día completo para que en la cama tu cabello y tu cuerpo me convenzan de no levantarme jamás. De no salir y mirar documentales mientras me lees un libro y yo trato de hacer lo mismo. De mirarte maquillar y escuchar el ruido de tu secadora que endemonidamente pone a tu cabello muy sensual.

martes, 30 de marzo de 2010

Gatos

Quise tomar un libro y comenzar a leerlo. Me levanté muy temprano, las calles se recorrían rápido, los árboles olían a ti. El agua y el sol nunca se mezclaron, el frío y el caminar lento me recordaban esas palabras: “el hacer algo de mi vida”

No me molesta estar pensando todo el día en ti. Me gusta disfrutar las horas leyéndote. Regresé al gimnasio y le subía mucho a las canciones, todos los espejos me enfocaban la gordura que adquirí los últimos años.

En ocasiones, sólo quiero escribirte en las hojas que algún día acomodé al lado de la computadora, que ordené esperando algún momento especial. La pluma que a veces me traiciona y me deja los dedos manchados de tinta. Tus mensajes de voz de 53 segundos que son una bocanada de aire puro, un poco de droga para seguir adelante.

Una raya que inunda mi cabeza de sueños, de muebles y gatos. De libreros y películas extrañas. No me digas que me acostumbre a estar lejos de ti, no me digas que en lugar de pensar en ti me ponga a estudiar. No me digas que me acostumbre a tu lejanía.

Sé que nunca lo dirás.

Ahora, miro algunos libros mal acomodados y todos me llevan a la M, a tus preferidos. A la elección de pinturas que compraste en París, las que regateamos en la capital. Debo confesar que me hace falta mucho mi otra mitad, mi rompecabezas, la otra parte perfecta de mí.

Estoy seguro lo que quiero hacer, vivir contigo, mirar muebles en el centro. Juntar todos nuestros libros, ordenar las películas preferidas mientras me sonrojo con las fotos que tomaste la primera noche que nos vimos, ¿recuerdas?, cuando ataste mis manos y no me dejaste mirar sobre el espejo.

sábado, 27 de marzo de 2010

For Sale

Hoy me sentí en venta, salgo porque salgo, mínimo en paquete pensé al salir de mi casa. Cuando miré la bandeja y nada, cuando miré la computadora y nada, cuando miré por la ventana y sólo una silueta descubrí.

Cómprame a doce, seis, o tres meses con besos chiquitos, de piquito. Te hago un vale por las noches adelantadas. Le hago una rebaja si me lleva dañado y fuera del empaque, no le puedo ofrecer garantía porque esa ya la sabe usted: seguro para toda la vida a su lado, puede tirarme, usarme y rehusarme con una simple mirada. Si me voltea puedo darle otra presentación: la del escritor, y si me regresa de nuevo, puedo seguir ofreciendo el mismo paquete, dame vueltas como papalote y seguiré ofreciendo lo mismo, un vale para caminar con usted café en mano por los senderos oscuros de nuestra indecisión.

Prometo no hacerle daño. ¿No me cree?, lea la etiqueta de mis pantalones, para eso debe quitarlos y ponerlos en diversas situaciones: en la cama, en el auto, en el ropero y en la lavadora. Dejaré a su imaginación lo demás. Lléveme y comience a disfrutar de los beneficios de inmediato, o si prefiere, hasta julio del año venidero.

Y si llama ahora, bueno, no ahora porque el enano del teléfono está enfermo, pero regresando estará a su disposición un número. El problema radica en las señales, el individuo no sabe hablar ni escribir bien, el único elemento que entiende son los ojos del amante, así que mírelo y deje que la magia fluya, sino fluye no lo compre. Además, creo que está dañado de fabricación.

domingo, 21 de marzo de 2010

Son casi las dos.

Caminas muy deprisa.
O, yo soy lenta. Lenta entre las multitudes, los vendedores de agua fresca, de sombreros y tlacoyos.
Me perdi entre los libros viejos, tocandolos, devorandolos con la vista, tu quien sabe donde estabas. Recorrimos esas calles y no ibamos a ningun lado, pero el haberlo hecho de tu mano, fue un privilegio.
Hoy te recuerdo sonriente, timido, observador.
Me duele algo aqui adentro de pensar que te has ido para siempre.
No es nada, las mujeres somos asi, fatalistas eh? siempre imaginamos que algun dia tendremos lo mejor del mundo, lo que realmente merecemos, el happily ever after, y cuando ya lo tenemos, imaginamos que lo perdemos, que nos dejan, que llega otra mejor.

Hace unos dias me han dicho que soy una mujer muy rara, pero que al fin soy mujer.
Donde podria comprobarlo mejor que entre tus brazos? siendo mujer de vocales y consonantes.
Recorriendo tu piel con besitos, con la lengua. Muerta de amor en tus manos, entre tus dedos.
La cabeza me esta dando vueltas, ha de ser porque es muy tarde ahora, o quiza sea mi corazon.
Como quiera que sea, me ire a dormir, te soñare como si no te soñara, como si fueras tu mismo quien me espera en la cama, listo para hacerme tuya.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Faltándonos al respeto

Palabras…insultos…deseos… ¿recuerdas?, yo no lo he podido olvidar. Me preguntaste sobre el mejor calificativo que me haya dicho alguien cuando estuviese enojado. Dos maletas y una bolsa, mi cabello amarrado, la cámara en la mochila, tus ganas incesantes de ir al baño, el taxista que preguntaba de dónde venía la escritora, los lentes que reflejaban mi sudor, mis manos rozaban tus piernas y mis dedos delineando tus labios.

Primer piso, 114. Televisión apagada, luz encendida, primeras palabras dichas al techo mientras de reojo miraba tus pechos y tú mirabas mi cuerpo, caliente, duro, excitado. Mordía tus dedos mientras los pétalos y girasoles se aferraban a compartir la cama con nosotros.

Me sumergí de inmediato en ti como tú lo hacías en Rosarito. No dejaba de admirarte mientras me movía dentro de ti y las primeras campanas sonaban a lo lejos. En eso recibí las mejores palabras que gimiendo, escupiendo y casi tragándote de pasión me gritaste de cerquita, cabrón.
Soy el cabrón que se enamoró de ti como loco. ¿Viste?, vos so loco. Y no dejé de admirarte, de escucharte cuando me cantabas, cuando me arrullabas en las pocas horas que olvidábamos la ciudad para despertar entre sueños enganchado a tu abdomen, a tu ombligo y a tu alma.

Recuerdos hiperfragmentados, mi cuerpo en tus labios, en tus piernas, en tu espalda. El te amo y te quiero gemido y gritado. El agua en tus labios, en tu abdomen y la entrepierna que escurría. Mi sabor salado en la punta de tu lengua, el chocolate en mis dientes. El deseo de mirarte en el espejo, en la silla donde enloquecía el bodylicious. Las cervezas con el greñudo, los días en la capital, las noches en tu regazo. Y los días que vienen, las noches, las comas, el agua y el mejor calificativo.

Seré tu cabrón todos los días de mi puta vida.

lunes, 15 de marzo de 2010

114


Sustituí las manecillas y el contador del reloj por mis labios. Aprendí de memoria y, casi exactamente, cuántos besos debía  darte entre el dedo meñique hasta tu rodilla, conté el primer día 13 pero recuerda que estaba temblando y, tal vez, los 15 que conté el segundo día no eran un error. Para llegar de la rodilla hasta tu entrepierna conté diez, ahí me detuve como cincuenta besos,  veinticinco veces deletreé tu nombre y quince mordidas para no olvidar el siguiente número.
Para llegar de tu cuerpo incendiario hasta tus pechos conté doce besos exactamente y dos mordidas, una cuando pasaba por tu ombligo y otra, exactamente, antes de llegar al lugar de donde comí, bebí y viví tres noches seguidas.
El siguiente paso es difícil de recordar, aunque la cercanía me hace pensar que eran como cinco besos siempre me regresaba doce para llegar de nuevo al centro del mundo pero en eso sentía algo que ardía entre nosotros, contaba de nuevo los doce besos más los cuatro hacia tu boca y me quedaba como trescientos ahí, entre mordidas arrebatadas de pasión y de lujuria, de contactos y frotamientos, me perdía entre tus ojos, entre tu cabello y el mío que se mezclaban creando una sábana de seda que no tardaba en deslizarla entre mis dedos.
De tu boca a la frente me tardaba como siete besos, una nalgada y tres pellizcos mientras las campanas sonaban, los vecinos gringos (pinches gritones), los violines, las canciones de Calamaro y el soundtrack de mi corazón sonaban cerquita de tus pechos.
Fuimos unos valientes, ardían nuestros labios, nos dolían, sudábamos y dormíamos pocas horas imaginando los días-tardes-noches en la cama. Mi cabeza se averió, dices que no es tu culpa, yo digo que es totalmente. Olvidé recordar el total: las fracciones, las variantes  y los cambios. Si era de tu espalda hasta las piernas, si era de tus nalgas a la punta de los pies o si era de tu cuello hasta la mitad de tu espalda que me encantó morder. Ahora más que números miro mis labios rojísimos por tus besos, por tu labial que no duraba nada culpa a esos gestillos mágicos que combinaban con tus ojos y tus manos que se movían entre mis piernas, entre mi cabello y entre mi corazón.
Me quedó un papel con el número, 114 decía la llave que guardaba ansiosa la puerta que escondió nuestro deseo que nos tiene muertos y que repetiremos muy pronto.

I

Pensé en llamarte y no dejarte dormir. Estar emocionado siempre ha sido una debilidad. Recuerdo la primera ocasión, aquél día me sudaban las manos, casi siempre acostumbro temblar, morderme las uñas y estirar los pies, sentir que la sangre fluye cuando me pongo de cabeza y el cabello me cubre la nariz. Comienza una picazón y no dejo de frotarme los pies, trato de tararear una canción que nunca he aprendido o comienzo a recitar algún texto con voces que me gustaría tener.

Revisaba mis uñas que están pegadísimas las cuales he querido dejar un poco largas, he de confesar que a veces me da mucha comezón los brazos. Me gusta pensar que te agrada la sensación de mis dedos en tu espalda, en el interior de tus brazos, en tu piel suave que toco detrás de tu pantalón. En las figuras que formo tomándote con las dos manos el rostro.

Ajusto mis zapatos esperando que salgan proyectados cuando sea necesario, en el momento que nos lanzamos a la cama y no golpeen a tus gatos porque siempre perdemos unos minutos tratando de que salgan debajo de la cama. Se esfuerzan en hacerme sufrir, en ajustarme el pantalón para que no mires la tremenda erección que me está comiendo de la vergüenza, sé que te gusta mirarme pero me da tanta pena que pienses que soy demasiado fácil de excitar.

Amarro mi cabello para no picarte cuando esté encima de ti, cuando quiera acercarme a besarte y de repente se enfanguen en tus labios o cuando tú estés encima de mí hagas que me duelan hasta las orejas del tremendo jalón que me provocarás. Pienso que mojado se verá bien y que cuando lo acaricias termino por vencerme y acabo recostado en tu regazo mirando, muchas veces, tus senos que me pervierten y que adoro porque en ellos duermo, como y vivo. Esa imagen la llevo guardada desde la primera noche. A veces, puedo mirar hasta los pies si acomodo como a 35 grados mi cabeza con dirección a tu brazo que sostiene el libro que apenas alcanzó a leer y que me lees algunas líneas hasta que no escucho más tu voz.

Cierro y abro los ojos probando el aguante de mi memoria a corto plazo porque cuando estamos de frente suspiro e inmediatamente se cierran los malditos y guardo, primero, tus labios, tus dientes, tu cabello que apenas si toca mis hombros y al final, de nuevo, esos ojos que hipnotizan, que me dejan amarte con devoción, que me dicen qué hacer y a dónde ir. Ellos me hacen recitarte los poemas más extraños de amor y escribirte mensajes desmadrugados.

Enciendo el Ipod en nuestra canción preferida, subo el volumen para no escuchar mi voz mientras la canto e imagino mis manos dirigiendo las palabras una por una, las invoco en tus labios de la misma forma en que la deletreo entre tus piernas. El reloj suena lejos, nunca he usado uno cerca de mis manos, no quiero saber el tiempo que tardo en recorrerte de pies a cabeza.

lunes, 1 de marzo de 2010

Mónica Bellucci o la chica Punk



Interesante el rostro que pusiste cuando miramos la carta que escondí en el pantalón, al momento miraste el remitente y no leíste tu nombre. Decía a Mónica Bellucci con una rayitas debajo con las que apenas deletreabas belleza vampira… Te pusiste nerviosa y me la quitaste de inmediato aunque mi rostro no hizo ninguna mueca, pensé que no te aguantabas en abrirla y comenzar a pedirme explicaciones.
Corriste al baño y lo cerraste, imaginaba  que pensabas en mi cara, en lo que debía estar haciendo. Pero mientras tanto yo leía en mi mente el contenido que decía:
Y sí en algún momento no estuvieras
sentada al filo del abismo.
Pensando en la noche que tuvimos
recordando los besos que nos dimos.

…y continuaba con algunos versillo desagradables como recortados de los textos…pero no salías del baño y ningún sonido diluido por debajo de la puerta. Pensé en asomarme y… recordaba otra parte de la hoja, estaba seguro que era la primera vez que mirabas las letras salidas de mis manos, las manchas del negro que hacían mis dedos una extensión de las íes y las aes.

Iba a recostarme cuando escuché que giró la chapa de la puerta pero no me levanté. Cerré los ojos mientras el crujir de tus zapatos en la duela se acercaba y el pantalón que rozaba tus piernas se quedó lejos. Todo parecía tan frágil, como la tersa línea que viola la sábana del cielo por el sol. Tus dedos que llegaban a mis pestañas y que parecían que iban a explotar.

Encontraste mis labios de inmediato, me diste el beso más húmedo y caliente que mis labios han probado y, pedí a gritos hacerte el amor. No hablamos más de la carta ni pensé más en las palabras contenidas, sólo el final:

No sé como prefiero decirte, me encanta pensar que eres mi Bellucci o mi princesa vampira que recuerdo cuando vamos de viaje, la dueña de mi parte de adelante, la novia que tiene mi alma entre sus piernas y mi corazón entre sus labios. Te amo Mónica. Mi chica punk.



sábado, 27 de febrero de 2010

La noche


Pintaba rojizo con azul, tus ojos mezclaban el ámbar con el blanco. Las zapatillas combinaban con mi camisa y la piel dorada se traslucía entre los espejos, entre tu perfume y mi aliento. La cama se veía gigante, el cielo aún iluminaba mi rostro y me regalaba la silueta de tus pechos en esa camiseta blanca.
No dejaba de mirar las lágrimas que escurrían de tu rostro, me dijiste que era la primera vez que te pasaba, me sentí tan excitado que me dejé llevar entre tus piernas que me acogían fuertemente. Tus piernas duras y calientes. Te amo. Me mas. Te beso. Nos arropamos. Nos hacemos el amor.
Ayer estuviste genial, una de las mejores noches en tus brazos, fuiste tan amorosa y tan sensual. Eres bella. Te deseé tanto que la ropa lastimaba mi deseo, pero con una mano me ayudaste a salir, me besaste, jugamos tanto tiempo dentro que cerré un minuto los ojos para recodarte cuando nos vamos de viaje o cuando estamos un poco lejos, te recuerdo con devoción como con devoción te beso todas las noches antes de dormir.
Gracias amor.

viernes, 26 de febrero de 2010

La chica más guapa 2

Y cuando escribía el mensaje pensaba en tus labios, en todas las noches que pasamos juntos, los besos que robaba mientras dormías y los rasguños que nunca dejo marcados en tu piel. Se dice que los hombres siempre tiemblan cuando una mujer les dice: “necesitamos hablar” o el “tengo que decirte algo”. Pero contigo todo es diferente, desde que te conocí me deje llevar por tu inteligencia y por toda tu belleza, probé tu alma y sabe genial.

Me enloquece que tengas el cabello largo y negro, que esos labios maquillados se vean seductores, que tu cuerpo a contraluz me haga desvanecer, que tu piel dorada sea mi perdición. Tú eres la chica más guapa y la más inteligente, es tan rico hacer todo contigo.

Brincaste tan alto que logramos caer al mismo tiempo, levitamos sin pensarlo, fue como aquella vez que probamos la coca juntos, la cois como leímos en ese libro tan extraño con el que aprendí a esperar al corvette amarillo frente a mi edificio.

La respuesta me la diste antes de preguntarme lo que no esperaba. Estaba seguro y no dudé ni un minuto en lanzarme a tus brazos, en darte el beso más húmedo y caliente que nos hemos dado. Todos los días son-serán geniales a tu lado. Desde el primer roce de tus manos cuando tratamos de comprar el mismo libro que al final creo que nadie leyó. Ese libro donde guardamos el primer cigarro de cannabis que probamos juntos, cuando mordí tus pechos y conocí una parte tuya que ahora disfruto tanto.

Dejamos a un lado los adjetivos todas las noches, no es mí más grande, no son tus más grandes, ni el más excítate que hemos tenido. La noche se funde, somos una idea, un concepto, una persona, somos el deseo puro del amor llevado desde tus pies hasta mi cabeza.

Sí.

Fue la mejor aserción que he escuchado de tus labios, me encantan tus siseques para quererme y lo mejor es que no he escuchado tus noseques para olvidarme. Dimos un paso más de tantos que nos esperan, no debo escribir en clave, sabes que te amo y que puedo decirlo como si el segundero de mi corazón se detuviera sino le pido a mi novia un beso en la mañana, en la noche, en la tarde, en el baño, en el café, en el auto, en la cama… y así, los siseques para tenerte se convierten en los mejores días de la vida que putea para nosotros.

jueves, 25 de febrero de 2010

La chica mas guapa.

Me gusta pensar que no soy una mujer celosa. Que estoy por encima de esas banalidades, segura de mi misma y de los que me rodean. Me gusta pensar que mi inteligencia es más alta que el común denominador de las mujeres. Bueno, me gusta pensar muchas cosas...entre ellas que soy arrogante al pensar así.

Jamás había sentido la necesidad de formalizar lo que tú y yo teníamos, simplemente porque yo veía mas entrega, más dedicación, más amor, más fidelidad en lo nuestro, que en la mayoría de las parejas.
Vivíamos una vida perfecta, sin celos, sin drama. Amor al despertar abrazados, amor durante el día que nos dolía el pecho de tanto extrañarnos, amor en la noche que nos dolían los labios de tanto besarnos, amor cuando nos vencía el sueño luego de horas de acariciarnos. Y al día empezar de nuevo.
Que compromiso podría ser mayor que ese?

Aparece en escena "La chica más guapa de tu salón".

-Hoy la chica más guapa del salón me pregunto si tenía novia, y me quede callado- comentaste tan quitado de la pena mientras yo pelaba papas en la cocina.

Jamás la describiste. Tenía el cabello oscuro como yo, o era rubia? era alta, o bajita? era también la más inteligente o la mas bruta ( eterno cliché de las mujeres hermosas). Que la hacía ser más guapa que las demás? como eran las demás? quien decía que precisamente ella era la más guapa?

Claro, el que me hubieras pedido o no que fuera tu novia, paso a segundo término. Me obsesionaba la idea de la chica más guapa del salón. Sentí coraje, miedo, indignación: Esta fulana como se atreve ? y que le importa si tienes novia o no? Acaso no saben todos que vives conmigo? Para que quiere saber? ..Y así.

Yo no dudé que fuera mucho más hermosa que yo, ah, pero de seguro mi endiablada inteligencia sería suficiente para aplastarla como cucaracha. Pero -siempre hay un pero no?- pero que tal que fuera más inteligente que yo?.
Estaba frita.

Llegue a casa apurada. Tenía que bañarme y cambiarme para ir al bar al cumple de mi amigo.
Tenia ganas de ir, pero tenía un asunto pendiente contigo.
Cuando llegaste yo recién terminaba de peinarme. Como siempre amoroso me tomaste por la cintura y frente al espejo me abrazabas y me piropeabas.
Me sentía lívida.

Esa necesidad de reclamar lo mío, el miedo a perderte, la inseguridad, la incertidumbre, todo, todo, todo desembocaba sacudiéndose en un constante mariposeo en la boca de mi estomago. Creo que temblaba. Creo que hubo un temblor.

Con un impulso lleno de bravado te dije –No me voy de aquí hasta que no me contestes una pregunta-

-Ok- y fue un ok despreocupado, no tenias ni idea de lo que te preguntaría.

El corazón me palpitaba como loco, no podía sostenerte la mirada. Tenía tanto miedo pero la insoportable necesidad ( o necedad) de saber, me empujaba a actuar, era como dar un paso al vacio con los ojos vendados y sin paracaídas. Una excitación irresistible recorrió mi espalda:

-Quieres ser mi novio?




martes, 23 de febrero de 2010

Si. Eres un encanto.

Ya te lo había dicho.
Si te hubiera conocido en algún bar, en una librería, en un café o cafebreria ( WTF?..) No te hubiera hecho caso jamás.
Tienes cara de presumido, de mátalas callando, de solitas caen, y eso me cae muy mal.
Afortunadamente te conocí en otras circunstancias que me permitieron ver más allá de tu cabello negro larguísimo, y de tu apariencia de macho alfa.

Si. Eres un encanto.

La primera vez que cruzamos palabra me caía de sueño "porque hablas así?' me preguntabas, quizá pensabas que estaba muy borracha, o haciéndome la interesante pero no, simplemente se me cerraban los ojos de sueño, pero a la vez, la atracción que sentía hacia tu persona me impedía largarme a dormir... sentí vergüenza, pero te juro que me la aguante.

Nuestras conversaciones virtuales avanzaban con brío y soltura, pero en el teléfono éramos un par de adolescentes nerviosos, tartamudeantes, o por lo menos yo así me sentí.
Un par de semanas después quería compartir el mundo entero contigo, todos los libros, toda la música, toda la comida y los soles, los arboles llenos de ardillas y las tardes de lluvia.
Vivir juntos representaba la libertad de ser tan naturales como siempre habíamos deseado en un mundo que se empeña en cortar de tajo a los creativos, a los soñadores, a los amorosos.

Me da pena aceptar que llego un momento en que dude que realmente existieras. Sobre todo pienso esto cuando estoy a punto de quedarme dormida, cuando mi cabello se confunde con el tuyo y tu pierna pesa sobre mi cadera.

Cuando abro los ojos al día siguiente, y siento tu nariz en mi oído, tus labios en la nuca y tu cuerpo tan junto al mío, todo tan amoroso, así como eres, siento ganas de abrir la ventana y gritar: a todos los tristes, a todos los solos y deprimidos que el amor existe y que es fantástico, que te inunda de ganas de estar vivo, solo por sentirse tan amado y por amar tanto que sientes que te revientas de amor.
Me creería alguien?
Lo hubiera creído yo, antes de que me encontraras ahí?

Aquí estoy sentada, viendo como arreglas tus libros y libretas para mañana, pienso que sería de mi vida gris si no te hubiera encontrado, donde estaríamos? con quien y en donde?

Te quiere

Monique.



Cabello larguísimo

Reíste cuando escuchaste mi adjetivo porque pensaste de inmediato en el pequeño libro que leí alguna noche, hablábamos de revistas culturosas (ese adjetivo tan tuyo que describía a tus amigos) y de sus escritores, de las palabras que encontrábamos y los textos que odiabas porque no salieron de tus labios.

Y ese día quedó perfecto, pocas veces he utilizado una palabra en el momento indicado, te dije que amaba tu cabello, así, negro, larguísimo, pero en el momento que lo dije yo estaba encima de ti y el mío cubría todo tu rostro. Sólo me dejaba entrever tus ojos a punto de cerrarse. De inmediato lo jalaste hacia atrás y me diste un poco de aire en la frente, casi me quema el corazón. Era alucinante la frescura, suavecito, amoroso, excitante y yo que ardía dentro de ti, tú que lo hacías sobre de mí.

Terminamos y de inmediato fuiste al baño, abriste la puerta y el Basquiat se lanzó encima, nos besamos y él miraba, parecíamos pinturita francesa, llena de colores, un cuadro que quiero recordar cada que se sube y me deja todo caliente y rasgado.

Y regresamos a enfangarnos y fajarnos…como
siempre lo hacemos.

Odio que mencionaras novia
Cuando en pedirlo yo pensaba
No me dejo decirte que lo hago
Porque pensaba en decirte que lo fueras.

sábado, 20 de febrero de 2010

De supermercados y librerías

Recorriste las librerías de cualquier país que pisamos, de cualquier sitio donde tus ojos se ausentaban por la ventana. Entramos siempre felices. Me encantaba mirar tus manos impacientes, que cruzaras los brazos en algún estante y discernieras entre tus pensamientos y mis gustos.

Pasabas siempre lejos de mis autores preferidos, siempre coincidimos en muchos pero disfrutaba mirarte así, alejando a los Velascos, arropar a los Cortázar entre tus dedos mientras los Sabines y los Calvino ya se encontraban bajo tu regazo. Recuerdo que te recargaste en los Ruvalcaba pero sólo para dejar tu bolsa, aplastaron tus libros a mis preferidos, así como tu cuerpo se junta con mi corazón cuando me besas.

Recorrimos los pasillos buscando lo fresco, así como lo llamas tú y me hace pensar en el supermercado, cuando vamos oliendo, tocando y hasta probando algo que quieres adquirir. Pero es diferente ahora, acá los Azuela ya están en tu casa, los Altzor descansan en la mía. Me dices: escucha, escucha y recitas el poema más bello de Sor Juana sólo para mi oído, sólo para mi alma que te escucha siempre ronronear.

Nos sentamos a mirar a la gente, vivimos como los amorosos, caminamos como en alguna historia apenas detallada en el tintero. Siempre tomados de la mano regresamos a casa para leernos las primeras páginas de los libros que elegimos para que en la nueve ya estemos acurrucados en la cama, uno encima del otro.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Llovía.

Son las 3:40 donde estoy parada y miro a tu cama, donde son las 5:40. Duermes como un niño y quiero arroparte, acariciarte, acurrucarte. Estoy ahí contigo. Y te amo, y te necesito. No te vayas nunca. nunca (aunque) nunca es una palabra de mucho tiempo. Tiempo es lo que me gustaria detener con el unico propósito de besarte.


Toda la mañana llovió.
La estufa estaba encendida porque yo preparaba una sopa para el almuerzo, así que no teníamos frio, pero vos de todos modos traías puesto el suéter que perteneció a tu abuelo.
Como siempre, yo tenía trabajo atrasado que debía terminar. Me senté en la mesita junto a la ventana y tú mirabas la tv, una película o algo así.
Te levantabas en los comerciales para besar mi cuello. Yo reía y te acariciaba la cara pero sin dejar de atender mis papeles.
"Ya no te distraigo amor" - me decías, pero invariablemente, al siguiente comercial venias a la mesa, y me decías cosas al oído, a veces ni entendía lo que decías, pero te intuía delicioso.
7 horas después, la lluvia seguía cayendo. Hubo un par de apagones, pero la luz regresaba. La ciudad estaba en silencio, no había autos, ni gente.
Desde nuestro cuarto piso las calles se veían larguísimas y grises
Un gato maullaba triste en algún lugar.
Tomábamos café, sentados en el piso junto al sillón, me preguntabas porque me gustaba el cine, por qué escribía, por qué amaba cocinar, por qué ya no pintaba, si era del PRI o del PAN, porqué odiaba tanto a la iglesia católica; apenas te respondía una y ya me estabas preguntando la otra.
Tomábamos café.
El cielo estaba gris.
Ninguno llevaba zapatos.
La sopa estaba lista.