domingo, 31 de enero de 2010

Bailes


-¿Son novios?
No ahora. Aunque la respuesta te hizo enojar mucho por mi forma tan sincera de mirarte recapacitaste en el camino al auto.  Y es que no te digo nena porque dices que ellas son las peores, ellas con son las que quieres presentar con tu familia, llevarla a los quince de tu prima que más odias sólo para mirarla en vestido toda la noche.
Y así, cada persona que se acercaba se quedaba mirándote y volteaban hacia mí esperando una palabra que te describiera, una que diera datos exactos de nuestro parentesco, ¿pero cómo le dices a tus amigos que ella será el amor de tu vida?, pero nada, ni una palabra salía de mis labios, te saludaban y temblaban al acercarte a tu mejilla, a que tus labios rozaran los suyos. Sonreían como si me hicieran un favor. Yo le daba un trago al vaso, y otro y otro y de repente te tomé de la mano y todo cambió. Se acercaban a contarme con quién anda su mejor amiga, que miraron a su ex con el otro, que miraron a la mía mal, triste, bueno no, ellas nunca terminan así, al contrario, es mejor evitar una discusión conmigo, es mejor que les deje de hablar, es mejor que me aleje de ellas.
Contigo al lado me sentí genial, pero no me creíste que no supiera bailar, hiciste esa mueca y por primera vez miré tu labio apretujarse por la insaciable voracidad de tus dientes, eran nervios o cachondeo no quise saberlo y me abalancé a tus labios, bueno, no lo hice, pero lo pensé. Mejor intenté juntar nuestros cuerpos, intenté bailar contigo a sabiendas que los decibeles esconderían mi monosilábicas conversaciones. Miraba a cada rato tus labios, no dejaba el vaso porque era el pretexto y no tomarte de la cintura. Tu cabello cubría tu rostro pero mi mano temblorosa acomodaba cada cabello en su lugar.
Seguimos y yo repetí y repetí la canción que más me gusta, y tú tarareabas una que ni conozco, no hice el intento de preguntar porque imaginaba que me la cantarías algún día de cerquitas, que me contarías todos tus secretos, que me dejarás conocerte, ese día imaginé tantas cosas como siempre, tantos lugares comunes, tantas comidas, tantas salidas al cine y escritos por las noches. Hablabas con tanta seguridad con mis amigas que al verme tan serio pensaban que estaba celoso, tú que yo estaba aburrido, pero mirabas mis ojos y te volteabas, sabías que me estaba enamorando de ti.
No quise besarte.
Me preguntaste que por qué no dormía, si tomaba, si me drogaba, si tenía novia, si me gustaba esa música, si estaba aburrido, si todos eran mis amigos, si iba mucho a fiestas. Casi todas mis respuestas fueron las mismas, no aderezadas, vacías, impersonales, frías.
Conocerte fue genial. Nos besamos en francés, en inglés, en español, con mis dedos en tu rostro, con tus manos en mi cabello, con tu mano dentro de mi pantalón, con la mía sobre tu blusa. Salimos directo a la noche, caímos en ella, nos sedujo, la compramos, le hicimos el amor. No dejé de mirar tus ojos desde entonces.

Te quiere, Erik.

sábado, 30 de enero de 2010

Noches




Aprendí a necesitarte, a llamarte por teléfono en las noches. Memoricé tu número, tu dirección, tus cartas, tus fotos que miro a través de los cristales, del espejo que tantas veces compartimos, donde me dejaste el segundo recado. Ahí mire por primera vez tu letra, rojísimo nombre que firmaba la hora del encuentro.
Todo el día estuve recordando la línea, la q, la cuerva de tu e. Miré en el espejo mi cabello, larguísimo que siempre jalas cuando me besas, que haces nudos y que machucas cuando estamos insensatos, provocativos, indecentes, enmarados.
Elegí la camisa que compraste, dices que el azul me va bien. Limpié mis dedos de la tinta, coloqué el disco de ayer, los solos que disfrutamos tanto, esa voz que aseguras que hipnotiza, así como te emociona salir a cenar a mí me emociona vivir contigo.
Llegué con el cabello mojado, pero antes disfruté tu silueta en la silla, tus lentes, tu cabello recién cepillado, como en las noches que hacemos eso antes de dormir, mientras me acaricias mi rodilla y juegas con mis vellos.  Mientras la noche se apodera de nosotros, mientras miro tus ojos cerrarse e imaginarme que te llevas mis caricias, mis besos y mis palabras.
Sabes que he dejado de dormir mirando, esperando a que despiertes para decirte lo tanto que me encanta saber que hoy, como ayer, es un buen día para estar tu lado.
Erik.

La primera carta


Te acuerdas de la primera carta que te envié?
yo siempre amé los sobres y las estampillas
me parece tan romántico un pedazo de papel que viaja de un lado del mundo al otro
cargado de sentimientos, de holas y adioses
 pero me daba vergüenza enviarte una carta de amor
 pensarías que soy una atrevida
 entonces te mandé un par de poemas
 recuerdas amor?
 era un papel de azul pálido
 y el sobre estaba perfumado
 y mi letra gorgoreada que conocías por primera vez
 corriste a tu habitación con la carta en la mano y cerraste la puerta con llave a pesar de estar solo en casa
 y abriste el sobre cuidadosamente y te sentaste al filo de la cama
 y cerraste los ojos , antes de leerme, cerraste los ojos y pasaste la palma de tu mano sobre el papel
 y de alguna manera era como si tu mano y mi mano hicieran contacto
 y abriste los ojos
 y me leíste
 por primera vez en papel, me leíste

Nunca me lo has dicho, pero yo sé que es la única carta que guardas
Te escribí muchas mas después de esa carta azul
Sobres blancos, y malva y sepia
sobres decorados con estrellas y con soles
sellados con besos y lagrimas
cargados del perfume de mi cuello y de mi corazón
Pero todas las destruiste
algunas las quemaste, otras hiciste trizas
y yo no lo supe hasta mucho después
y llore tanto, yo no sabía del sobre azul, del primer sobre
Y jamás me has dicho porque esa carta? porque el sobre azul?
En cambio yo he guardado todas tus notas
las que encuentro escondidas en los libros
en los cajones , en los bolsillos de tu pantalón
todas las tengo y las guardo en una caja forrada de tela que perteneció a mi abuela
y la tela tiene un diminuto estampado blanco , azul y rosa.
Y cuando te vas de viaje, saco la caja y vacio las notas sobre el suelo
y me tiro a leerte y me quedo dormida en medio de tus letras
tus aes me cobijan tus eses me velan el sueño
tus dobleues me despiertan al día siguiente
y guardo todo cuando regresas
pero no te lo digo
porque luego dices que soy sensibilona y eso no me gusta que me digas
la guardo en un lugar secreto
que no te pienso revelar
por lo menos no ahora.


Monique.