domingo, 7 de febrero de 2010

Sí, me gustó el francés.


He pensado que todo mundo los odio, más cuando hablan así, tan suave, tan salpicado, que ignoren un tanto tus palabras, pero no. Hoy fue diferente. Llegaste muy temprano, lentes oscuros y unas cuantas rayas en tu bolsa.
Llegamos al mismo hotel, el de la ventana. El balcón con vista al mimo, a la cafetería y a la tienda de ropa que tanto odias. Hablaste con uno de ellos, uno te dijo que eras bellísima, sólo miraba su rostro que no dejaba de cogerte.
Tacos, un seis y unos besos arrebatados por la prisa y tu ilusión de escuchar a Phoenix. Brincamos, miré el sudor recorrer tu cuerpo, el mío, tus labios, los besos y las mordidas. La noche nos esperaba perfecta. Teníamos ganas. No esperaste al auto. Las manos comenzaron con nuestra mirada, con lo que te dije al oído. Aceptaste de inmediato, pusiste tus lentes oscuros, los mismos con los que te conocí en el bar de Tijuana, cuando aseguré que eras mi Belluci, mi rockstar, mi droga. Mi todo.
Llegamos al auto, imaginé con el francés. Aceptaste. Fue el mejor, la petit décès. Fue espectacular, reíamos por largas horas recordando el incidente de conocer a Emilio, y dije, así, bien chilango : ¿y ahora,  quién se me adelantó ? Pero es mejor la forma en que me haces sonreír al preguntarme sobre Thomas Mars y el. -¿te gustó el francés?

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